El 6 de julio es uno de los días más significativos para quien esto escribe. Fue el día que entré a una redacción por vez primera para trabajar. Cierto es que nací en una redacción, y que mi niñez se dio entre máquinas de escribir y olor a tinta... pero es bien distinto cuando se llega a trabajar.
Ese día no era el único ‘novato’ entre las recién incorporadas computadoras al periodismo, no, a unos pasos estaba una de las mujeres más hermosas que he conocido.
Ese día no era el único ‘novato’ entre las recién incorporadas computadoras al periodismo, no, a unos pasos estaba una de las mujeres más hermosas que he conocido.
Tratando de mostrar seriedad ante nuestra nueva encomienda, se acomodaba los lentes y cumplía a la perfección sus labores. Ahí estaba, con pantalones a cuadros, playera con el logo de un perro, cabello corto (al cuello) y unos lentes ovalados, tecleando con gran vigor.
Pocos sabían que su felicidad era doble, no sólo el estar ya en un periódico (uno que después, muchos años después, se convertiría en sinónimo de su nombre, al menos para su fuente), sino que ese día, era su cumpleaños.
Sin duda el 6 de julio es uno de los días que más han cambiado mi vida. No sólo por mi entrada a esa redacción, sino porque vio nacer a esa pequeñita brillante y sumamente inteligente. Es ella, sin dudarlo, la persona (fuera de mi familia) que más influencia ha tenido en mi vida.
Es ella quien más y mejor me conoce y entiende. Pueden pasar meses sin una palabra, pero siempre se presenta cuando hace falta. Sus enseñanzas fueron miles (finalmente es mayor que yo, por eso tengo que respetarla), pero su cariño fue aún más.
Es por ello que no se puede entender mi vida, ni mis logros, sin el 6 de julio.
Hoy es su cumpleaños y yo, aunque no la vea, estoy de fiesta. “Gracias McCoy”, dijo hace unos momentos luego de que la felicité. Pero no es así... Gracias a ella por ser parte de mi vida, una parte que jamás se podrá quitar, y que por cierto, no me interesa quitar.
El McCoy, quien quiere un café y un pay de manzana.
Pocos sabían que su felicidad era doble, no sólo el estar ya en un periódico (uno que después, muchos años después, se convertiría en sinónimo de su nombre, al menos para su fuente), sino que ese día, era su cumpleaños.
Sin duda el 6 de julio es uno de los días que más han cambiado mi vida. No sólo por mi entrada a esa redacción, sino porque vio nacer a esa pequeñita brillante y sumamente inteligente. Es ella, sin dudarlo, la persona (fuera de mi familia) que más influencia ha tenido en mi vida.
Es ella quien más y mejor me conoce y entiende. Pueden pasar meses sin una palabra, pero siempre se presenta cuando hace falta. Sus enseñanzas fueron miles (finalmente es mayor que yo, por eso tengo que respetarla), pero su cariño fue aún más.
Es por ello que no se puede entender mi vida, ni mis logros, sin el 6 de julio.
Hoy es su cumpleaños y yo, aunque no la vea, estoy de fiesta. “Gracias McCoy”, dijo hace unos momentos luego de que la felicité. Pero no es así... Gracias a ella por ser parte de mi vida, una parte que jamás se podrá quitar, y que por cierto, no me interesa quitar.
El McCoy, quien quiere un café y un pay de manzana.
1 comentario:
Eres un Lobito malo!!!!!!! ¿Por qué me hiciste llorar? Jejejejejejeje... Y la dramas!!!!! Disculpa, es que ya entre a los "tas" y con mayor razón ahora seré más sentimental para estas muestras de cariño.
Gracias McCoy. Fue un maravilloso obsequio de cumpleaños. Te quiero mucho mocosito... Por cierto, traes muy engomado el cabello, po cua?
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