miércoles, 15 de octubre de 2008

Cíclica

El timbre sonó y nadie quería abrir. Así que, gentil como siempre, dejó la lap de lado y se levantó para abrir. No preguntó quién era y jaló la puerta de un tirón, solamente para verla otra vez.

Ahi, de pie, sintió de nuevo sus uñas clavándose en la espalda, sus labios en el cuello y su voz susurrando al oído. Habían pasado cuatro años desde la primera vez y dos desde la última, sin embargo, se encontraron idénticos.

--¿Te ayudo con algo? –preguntó sin dar los buenos días.

--No gracias, vengo a trabajar.

--¿En qué?

--No sé si sea temporal o permanente, pero empezaré con el Proyecto A, ¿sabes de eso?

--Sí, lo está llevando mi jefa.

--Lo llevaremos las dos –agregó.

Mientras daba los primeros pasos dentro de la oficina lo abrazó, dejando atrás los malentendidos, olvidos y omisiones.

Entró directo a la oficina de la jefa, sacó su laptop y se puso a trabajar, no sin antes voltear para soltar una nueva sonrisa, una que él, no conocía.

El McCoy, quien también gusta de las sonrisas.

4 comentarios:

Gabby dijo...

siempre de loco con las muchachas... jijiji... besucos mccoy!

Elma dijo...

cuento? verdad? jaja un abrazo

Unknown dijo...

Ay, qué bonito! A mí también me gustan las sonrisas, sentir los nerviecitos, sudar frio, poner cara de idiota y hacer que no pasa nada, jejeje.

Adrianirris dijo...

Me gustan los cuentos que te avientas... jajaja, muchacho cuentero... pero eres un amors... te extraño!!! saludos a ELMA y a la BLU!!!!!!