Ahí estaba el McCoy, en pleno pit lane del legendario Autódromo Hermanos Rodríguez. Había ido al Aeropuerto por Toño, quien tenía que dar algunas vueltas en el Fórmula Renault Biplaza a algunas personalidades.
Habían arreglado el motor y todo estaba listo para que Toño saliera a dar una vuelta de reconocimiento y 30 minutos después, iniciaría el show.
--¿Te subes wey?, dijo el piloto al McCoy mientras se ponía la balaclava.
--¿Qué no tienes que probar el carro primero?
--Por eso, voy a dar muchas vueltas con alguien atrás de mi… necesito ese peso en mi espalda… súbete.
Y así, sin pensarlo –porque las decisiones se toman en cinco segundos, por mucho— el McCoy cerraba el cierre de su chamarra y se ponía un casco, mientras le traían guantes.
Ir a unos cuantos centímetros del suelo a más de 200 km/h mientras el muro de contención parece pasar rozando los neumáticos descubiertos emocionaba a ambos. Ir al tope de revoluciones al llegar al final de la recta y después bajar --sin tiempos de separación-- una a una las velocidades para poder dar vuelta a la derecha hizo que sintieran una serie de golpes en la espalda.
No fue una, sino varias vueltas, la cabeza iba de izquierda a derecha, las Fuerzas G hacían su labor y lo apretado de los cinturones les presionaban contra el asiento. Cuando las vueltas terminaron, el McCoy se bajó totalmente emocionado, feliz.
Después de un par de horas y ya que la sesión de personalidades se había terminado, llegó a la pista Roberto, quien ese fin de semana correría en la ronda de Champ Car. “Tenemos prohibido probar en un auto Champ Car en esta pista previo a la carrera, pero no en un Renault”, dijo. “¿Me lo prestas?”, preguntó a Toño, quien lo consultó con Poncho, y dijeron que sí.
Pero de nuevo, se necesitaba a alguien en la espalda del piloto, Roberto, quien colaboraba con el McCoy en Infopits, le pidió ser el “balance”.
Ya con casco y guantes, repitió la dosis. Derecha, izquierda, rpm, adrenalina, golpeteos contra el desnivelado suelo a menos de 20 centímetros del asfalto. El ver el muro a centímetros lo emocionaba, pero esa sensación era sin igual. De eso han pasado muchos años…
Toño dejó los Fórmula y ahora es el Campeón de NASCAR México. Roberto dejó el automovilismo y está en Costa Rica. El McCoy tiene la misma sensación de cuando le ofrecieron subirse a un ride que lo llevó de lado a lado, a emociones sin fin y a golpeteos en el corazón. Sabe que el camino será fantástico, y de nuevo, quiere subirse.
El McCoy, quien espera que le den casco y guantes.
5 comentarios:
Lo más importante es que el nuevo ride será en MUCHO mejor compañía...
te odio.. :P
invitame a una carrera no?? besos y aqui ando ves como si te visito jejee
Yo quiero ir, y quiero una moto en mi vida. Me encantaba subirme de chica, hace añísimos que no me subo a una. Quiero. Take me.
Que envidia te tengo mugre McCoy, primero el concierto de los Fabulosos y ahora esto de que se trata, quieres matarme de envidia, mmmmm… gachooooo!! :(
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