viernes, 26 de diciembre de 2008

Indulto

Desde que el toro salió me dio buena espina. Eulalio López ‘Zotoluco’ nunca había sido de mis toreros favoritos, pero esa noche, en la Corrida Navideña en la Plaza de Toros de Santa María, en Querétaro, algo me decía que tenía que verlo.

Ya minutos antes yo había hecho uno de los más grandes corajes que recuerde. El Payo, por el simple hecho de ser local, fue premiado con una oreja. Es increíble que en los pueblos la gente se emocione de esa manera y llegue a creer que un muchachito que no sabe matar, pueda ser torero.

Además, no van a ver al toro, sino a lo que pasa fuera del ruedo. Gritan cuando la banda deja de tocar y piden una y otra vez música. Dan pena ajena.

Los boletos, más caros que en La México, pero por mucho. Y pese a todo, algo me decía que tenía que seguir viendo.

El Zoto se hincó frente a toriles, y así recibió a Pintadito. Tratar de describir lo que pasó desde entonces, sería gastar tinta, pues nada podría igualar la maestría y el arte que vimos. Un pase más y mis lágrimas se hubieran desbordado… y no exagero.

Las Chicuelinas se daban una tras otra, las Verónicas, los Naturales… los elementos se sumaban uno a uno hasta conformar algo bello, sublime, perfecto.

Sabíamos que el final se acercaba y entonces vino la comunión. Toda la plaza volteó a ver al Juez de Plaza para pedir el indulto. El villano de la historia se hacía el sordo, esperando que cesáramos en la petición. Zoto, con la muerte en la mano, sabía que tenía que seguir dando pases, pues el público, su público, no permitiría que acabara con Pintadito.

Y así fue. Cuando se iba a tirar, vino una segunda rechifla… Eulalio dio unos pasos atrás y siguió toreando, derramando arte en cada muletazo. El juez no escuchaba las exigencias, y el Zoto una vez más levantaba la espada. Cuando fue inevitable y la plaza estaba a punto de golpearlo, el juez levantó su pañuelo.

La nobleza de Pintadito le había hecho inmortal. Siguieron un par de pases más (que pueden ver –de lejos—en este videín) y después una larga, demasiado larga, espera para que regresara a toriles. 

Solo me resta agradecer a Lalo lo que pasó esa noche.

El McCoy, quien difícilmente volverá a ver y sentir como esa noche.

1 comentario:

Carla dijo...

Lo único que puedo decir al respecto es...estoy contra la tauromaquía!!!!