domingo, 13 de enero de 2008

Rosca y chocolate

Cuando yo llegué, él ya estaba. De hecho una buena parte de él influyó para que yo viniera. Mi primer 6 de enero no lo recuerdo, ni el segundo, ni el tercero, pero a partir del cuarto tengo flashazos. Recuerdo que eran días de alegría y sorpresa por los regalos que nuestros ‘pas’ disfrazados de Reyes Magos (ya hablamos de eso en una entrada no muy lejana) dejaban en nuestros zapatos que esa noche dormían bajo el árbol.
Recuerdo cuando le trajeron al James Bond y a un villano pelón con barba que se parecía a Mandrake. También que él era Skeletor y me dejaba ser He-Man. Que juntos pegamos las calcomanías en el Castillo Greyskull (¿así se escribe?) De las bicis azules con blanco y de los cazafantasmas (que incluían fantasmas). Y los videojuegos del Intellevision II.
Por estar jugando, se nos iba toda la mañana y parte de la tarde, así que su cumpleaños lo celebrábamos en la noche, con un rico chocolatito y partiendo la rosca.
Este año, como desde hace algunos, no hubo juguetes, pero sí chocolatito y rosca. Esteban ya tiene 33 pero yo lo sigo viendo como cuando éramos niños. Sigue siendo más grande que yo y sigue diciéndome que los Reyes sí existen, todo por hacerme sonreir.

El McCoy, quien acaba de tener un mazazo de recuerdos que no sabe como controlarlos.

1 comentario:

El mundo de Esteban dijo...

Si la grandeza se mide en años soy sólo 3 y 10 meses más grande, pero estoy seguro que la grandeza se mide en logros y en eso mccoy, eres inmensamente más grande que yo.
te amo