miércoles, 16 de enero de 2008

Pendientes

Sé que tengo hartos pendientes. En una entrada del año pasado dije que hablaría de varios temas, y aún les debo:

*McCoy de caddie
*La policía que no reprime (y las aventuras en el área VIP, cortesía de la Blu)

Así que como ya ha pasado mucho tiempo y me falta memoria en el CPU, sintetizaré demasiado y me iré a los puntos que aún recuerdo ya que recibí un par de correos donde me dicen que les he fallado, y obvio, no les quiero quedar mal.

Mi hermano fue a jugar un torneo en Vallescondido y acepté ser su caddie. Tengo que reclamarle a PING por hacer esas bolsas mata-caddies. No maaaaaa, eso es no tener madre. El peso de esa bolsa es del doble de la mía (Callaway), pero pude caminar los 18 hoyos como si nada, di bien las distancias, leí las caídas e hice mi chamba a las perfección, además de que es super distinto a cuando vas jugando. No pasamos el corte, chale.

Ahora, vámonos a The Police. Fue sin duda un concierto para acordarse por años. Es increíble como esos viejitos tienen tanta pero tanta energía.
Fueron intensos y se entregaron al máximo. Yo, gracias a la Blooper, estaba al frente, en el área VIP (obviiiiiiooo gooooeeeeei). De la nada nos vimos rodeados por harta gente y comenzamos a echar relajo con nuestros vecinitos de concierto…
Ahí me empezó a tirar la onda esta chava, Lucero creo que se llamaba:

(Foto paparazzi que nos captó cuando volteamos al escenario y vimos que sí, eran ellos)

Pero al rolar de las chelas me gustó más su amiga, Sasha, quien me empezó a ‘sabrosear’ hasta que nos pusimos muy chapeaditos, ante la risa de la Bloo, quien disfrutaba mi nerviosismo por la insistencia de esta chiquita (si no me creen, pregúntenle).

Mientras la Blu se paraba delante de Andrea Legarreta y no la dejaba ver el concierto (justo pago por hacer de nuestras mañanas una pesadilla con su participación en TV), yo no hacía más que pedir canciones cuando la banda hacía un mutis.

Espero que Erick Rubín les haya aprendido algo a los ‘polis’ (quienes complacieron en todo a los asistentes), para que cuando le pida “Princesa Tibetana” no vuelva a hacer cara de “what” y ni me pele.

Lo mejor fue a la salida, cuando nos encontramos a unos amigos de Blu. “Que linda babe”, pensé, mientras la Blu me recordó que ya nos conocíamos. En fin, desde entonces todo está bien chido, y punto.

El McCoy, quien se pregunta dónde le caben tantas chelas a la Blu.

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