No le creo a Calderón, nunca lo he hecho. Tampoco es que me importe mucho el creerle, pero llega el momento en el cual ya es molesto escuchar la cantidad de mentiras que dice. Si no declarara nada, tal vez no me importaría su ineptitud, pero el afirmar situaciones que son inverosímiles es cuando me encabrono.
Primero: dijo ser el presidente del empleo. Cada vez conozco a más gente trabajadora, valiosa, capaz y creativa, que no tiene trabajo.
Segundo: dice que está acabando con el narcotráfico. Y es aquí cuando me encabrono. Y no es que me importe demasiado el que se acabe con esta actividad tan productiva para el país, pero de nuevo lo que molesta es la mentira.
Vamos por partes. Sin ser consumidor, siempre me he mostrado a favor de que se legalice la droga. México sería una potencia mundial gracias a una fuerte economía basada en el consumo de los turistas… y el local.
Sí, ya sé, se tendría que legislar demasiado, pero si en Ámsterdam se pudo, seguro nosotros también podríamos. Luego entonces ¿qué es lo que me encabrona? que no hay guerra tal contra el narcotráfico, o mejor dicho, la estrategia parece realizada por idiotas.
Dicen que hay decomisos y nos muestran grandes cantidades de paquetes. Como si esa fuera toda la droga que se mueve en el país. Lo único que consiguen, es que los precios se eleven.
Hace unos días (sí, ya sé que dirán que no salimos de ahí… y es verdad)
Arturo,
Lalo,
Norma,
Esteban y yo fuimos a los tacos del Maya y vimos como uno de los dealers de mi pueblo comía sus taquitos con toda la calma e impunidad del mundo.
Es entonces cuando me doy cuenta que Calderón miente, si de verdad hubiera una guerra contra el narco, ese cabrón (a quien conozco desde hace más de 20 años, pues íbamos juntos en la primaria, y hasta me cae bien) estaría en la cárcel. Todos sabemos a lo que se dedica, no dudo que las vecinas viejitas y espantadas ya lo han denunciado, y el wey sigue ‘trabajando’ como si nada. Si nosotros lo ubicamos, es obvio que los polis también podrían.
Ayer, al regresar a casa, vi a una dealer que lleva años en una de las esquinas de mi pueblo. Como todos los días, esperando clientes. De nuevo, me vale madres que vendan o no, ese no es el punto.
Si de verdad hubiera una guerra atacarían a los dealers. Si no hay quien venda, no hay a quien comprarle… Lógica I. Si no hay quien venda, el producto se queda en bodegas y no hay manera de ponerlo en la calle, aunque no se lleve a cabo ningún decomiso. El consumo disminuye y consigues tus metas de campaña. No es nada difícil llegar a esa conclusión.
La realidad es que no se hace ninguna guerra, porque el dinero que se genera del narco hace mucha falta al país. Mejor que no gasten el dinero que se destina a la supuesta guerra y se ocupe en cosas que sí valen la pena.
Mientras vea a dealers trabajando impunemente diré lo mismo, Calderón vale menos que madres…
El McCoy, quien se sigue preguntando por qué le creen a ese wey.