Esta entrada se las debía desde hace mucho. Los que han podido conocerme más allá de los 0 y los 1 saben que me apasiona mi trabajo y que lo disfruto al máximo.
Siempre he sentido una gran fascinación por él, y el 99.9% de eso es culpa de mi padre, quien no se regresaba de la redacción hasta que no tenía el periódico del día.
Así, el viejo, cuando era joven, llegaba a las 4 de la mañana a casa (lo recuerdo como una película que hubiera visto ayer), pero ya con el periódico. Finalmente gracias a eso pudo --en dos ocasiones-- lanzar el tan famoso grito de “Paren las prensas”, pero esa es otra historia.
El caso es que los genes del Perro son fuertes y ahora que he decidido (obligado en parte por la crisis del mundo mundial) regresar a una redacción, ya la veo como mi segunda casa.
Además me han hecho sentir así. Lo cariñosa y amable que puede ser Carlita, lo fraterno de Raúl y la ayuda de César han hecho que la transición sea natural.
Además Melissa, de RH, me adornó mi lugar (muy ñoño, pero la intensión es la que cuenta) y eso hace que uno se sienta cómodo.
Puso dos globos con el logo de la empresa (y de inmediato adorné uno, para darle mi toque), además de un cuadrito que dice: “Bienvenido al equipo (y el nombre con el cual me llaman, aunque en la foto ya lo borre y puse McCoy)”.
Así, les presento como se ve mi lugar.
Como pueden ver, estoy totalmente incomunicado. Esta foto fue de la semana pasada, obviamente cada día va cambiando, se agregan elementos y me imagino que en un par de meses ya será una extensión de mi cuarto.
Por lo pronto sigue limpio.
Gracias a los que me han mandado mensajes de apoyo y a los que entienden que me tomará unos días adaptarme a los nuevos horarios. Lo cierto es que “La Pluma…” seguirá rayando, no’mas den chance de que pase la adaptación. Les debo una foto de la vista desde el comedor y de la oficina de mi jefe, donde me la paso muchas horas, no'mas platicando.